No, incluso puede ser contraproducente. Las familias tienen la tendencia a abrigar en exceso a los recién nacidos, pensando que de no hacerlo se resfriarán. Hay que tener en cuenta que los bebés son inmaduros y no regulan bien la temperatura, por lo que si lo abrigamos mucho aumentará su temperatura, ocasionándole incluso febrícula. Por otra parte, un exceso de abrigo puede provocar la aparición de ronchas secundarias al sudor (sudamina). A efectos prácticos, se suele decir que la ropa de abrigo necesaria para un bebé es una capa fina más que la que llevan los padres a una determinada temperatura (esto puede crear confusión, pues hay personas más calurosas que otras). Por tanto lo ideal es OBSERVAR AL BEBÉ: si suda mucho y está inquieto, es posible que tenga mucho calor. Por el contrario, si el bebé tiene las manos y pies violáceos o tiembla, puede ser que le falte alguna capa de ropa.