La respuesta es clara: NO SE DEBE HACER. Antiguamente era una práctica habitual retraer el prepucio, pero se comprobó con el paso del tiempo, que las heridas creadas por hacer esto formaban un círculo fibroso (debido a las cicatrices) en la piel del prepucio, disminuyendo la elasticidad de la piel y aumentando la incidencia de la fimosis. A medida que crece el niño, irá explorando su cuerpo, dándose tirones él mismo, ayudando con esto a separar el prepucio del glande. Además, las erecciones sucesivas ayudan en este sentido, así como el esmegma, que es una sustancia blanquecina producida en la base del glande y que va separando la piel del glande. Cuando el esmegma se acumula, pude formar una especie de bolitas blancas que suelen ser motivos de consulta, son los quistes de esmegma, los cuales al llegar a la superficie se rompen dando un aspecto similar al pus. Esto es completamente normal y solo debemos limpiar los restos de esmegma con agua y jabón, una vez se hayan roto estos quistes.