La orejas (la parte externa) deben limpiarse con una toalla enrollada en nuestro dedo, pasándolo suavemente, sin frotar. NUNCA debe introducirse objetos en el interior del conducto auditivo, ni siquiera los bastoncillos, ya que podemos lesionar el conducto auditivo o el tímpano del bebé. Resumiendo: limpiaremos la parte visible de la oreja.