Actualmente hay varias formas adecuadas de hacerlo: 1) con agua y jabón, limpiando bien todo el cordón y haciendo especial hincapié en la base; de manera que no queden restos ni exudados. Es muy importante secar bien al final, ya que si se queda húmedo puede retrasar la caída del cordón. 2) con alcohol 70º o clorhexidina, de la misma forma; si tras limpiarlo se deja una gasa alrededor del cordón, hay que asegurarse que se haya escurrido bien y no gotee, ya que si está empapada puede retrasar la caída del cordón y, además, el contacto de la gasa con la piel puede irritarla.
Las recomendaciones actuales de la sociedad española de neonatología abogan por la primera opción: agua y jabón, secando bien al final.