Los niños que nacen por parto vaginal se encajan en la pelvis de la madre, para posteriormente descender por el canal del parto. En este proceso la cebza del bebé está sometido a las contracciones uterinas y vaginales, lo que provoca la acumulación de líquido entre la piel y el hueso; es lo que se llama tumor de parto o caput succedaneum. Este no está bien delimitado y es depresible. Este líquido se reabsorbe solo en unos días.
Hay otro tipo de bultitos que con el paso de los días se vuelven duros y tardan más en irse. En este caso se trata de un cefalohematoma. Estos se deben a un pequeño sangrado que ocurre entre las capas del hueso. Aún así, no tienen importancia y acaban desapareciendo solos.