Esas manchas presentes al nacimiento (ver foto) se llaman angiomas planos, en lenguaje coloquial “flor”. Se tratan de una proliferación de vasos sanguíneos y que suelen aparecer en la cara, frente, párpados y nariz. También son comunes en la parte baja de la espalda, cabeza y nuca (este última llamada también “picotazo de la cigüeña”). La gran mayoría desaparecen con el paso de los años sin dejar marca, aunque alguno puede persistir. Su color será más intenso cuando el niño llore, ya que se acumulará la sangre en ellos. No son más que un problema estético pero, en cualquier caso, siempre debe confirmar su benignidad un pediatra.
